miércoles, 21 de octubre de 2009

HISTORIA NATURAL DE LA INFLUENZA

Por Juan Ernesto Ludert

Entre los virus respiratorios que afectan a humanos tenemos a los rinovirus (causantes del refriado común), a los coronavirus (causantes del SARS) y claro está a los virus de la influenza. La palabra influenza usada para designar a este grupo de virus se acuñó en Italia durante el renacimiento, cuando una epidemia coincidió con una extraña formación estelar y se hablaba de una “mala influenza” de los astros. Estos virus se clasifican dentro de 3 géneros: influenza A, B y C, pero solo los géneros A y B, y particularmente el A, representan un reto para la salud pública. El virus de la influenza A ha sido causa de varias pandemias (epidemias globales) que se suceden regularmente con intervalos de aproximadamente 10 años. La mas recordada es la pandemia de 1918, justo después de la primera guerra mundial, y que causó más muertes que la guerra misma (los estimados van desde 20 hasta 50 millones).
Ahora, cabe preguntarse, ¿Que hace que el virus de la influenza A sea tan difícil de combatir y que aparezca repetidamente en titulares de periódicos y noticieros? La repuesta viene dada principalmente por la combinación de al menos 3 características biológicas del virus de la influenza A. La primera tiene que ver con que el reservorio natural de estos virus son aves acuáticas migratorias como patos y gansos. En estas aves, el virus no causa síntomas y es excretado principalmente con las heces y no a través de las secreciones nasales. Al ser aves migratorias su reservorio natural, el virus de la influenza A viaja y se esparce por grandes distancias geográficas de manera inadvertida. La segunda característica es que a diferencia de otros virus, el virus de la influenza A, presenta una barrera de especie parcial y no absoluta. Esto quiere decir que con relativa facilidad el virus de la influenza A salta de las aves acuáticas, sus reservorios naturales, a otras especies como pollos, cerdos o inclusive humanos. Además, el virus posee la facilidad de adaptarse y de propagarse en el nuevo huésped. Esta característica de adaptabilidad del virus de influenza a su nuevo huésped, nos trae a la tercera propiedad biológica, y es que el virus de influenza A no posee uno, sino dos mecanismos de evolución (o de mutación). Como ocurre con otros virus cuyo material genético es el ARN, el virus de la influenza posee una polimerasa (la enzima encargada de replicar el genoma viral) muy propensa a cometer errores. Es por ejemplo, 10 mil veces más propensa a cometer errores que la polimerasa encargada de replicar el material genético humano. Esto en la práctica se traduce en que por cada ciclo replicativo del virus, se genera una diversidad de cepas mutantes que aunque la mayoría no son viables, aumentan la capacidad del virus de adaptarse al ambiente. Este fenómeno se conoce como “deriva génica” y es responsable de la gran cantidad de subtipos de proteínas H y N (16 y 9 respectivamente) que presentan los virus de la influenza A. El otro mecanismo de evolución es el que se conoce como “cambio antigénico”. El genoma de los virus de influenza es de naturaleza segmentada y está compuesto por 8 segmentos de ARN. En el caso de ocurrir la infección simultánea de una misma célula (o huésped) con dos virus distintos, pueden aparecer en la progenie viral nuevas cepas, cuyo genoma es ahora una mezcla del genoma de los dos virus parentales. En este aspecto, los cerdos juegan un papel preponderante, ya que son susceptibles a virus aviares y de mamíferos, y pueden sufrir infecciones simultáneas. De esta manera se facilita en ellos la recombinación y la aparición de cepas nuevas. Por ejemplo, el virus A/H1N1 que aun circula por el mundo, aunque es de origen porcino (S-OIV por sus siglas en inglés), es en realidad una cepa reagrupante triple, que contiene genes de 2 linajes porcinos, norteamericano y eurásico, además de genes de origen aviar. Estos 2 mecanismos de evolución actuando en conjunto permiten al virus escaparse de la respuesta inmune de los huéspedes y es por ello que las vacunas que se utilizan para prevenir la influenza estacional deben ser reformuladas de tiempo en tiempo. Además, no puede dejar de mencionarse que estos mecanismos también operan para la generación de cepas resistentes a los antivirales.
Se cree que el virus de la influenza emergió durante la era glaciar, hace unos 10 mil años, y que desde allí ha convivido con los humanos. Hoy en día todo parece indicar que seguirá acompañando por muchos años más. Al conjugar las propiedades biológicas del virus de influenza A con altas densidades poblacionales en mercados, granjas de pollos, de cerdos y la presencia humana, es posible darse cuenta del reto que representa el virus de la influenza A en la sociedad.

Dr. Juan Ernesto Ludert (jludert@cinvestav.mx)

No hay comentarios:

Publicar un comentario